Alentar es crear un mundo lleno de éxito
Somos seres increíbles, parte de la energía del amor que crea todo lo que es. Cuando otros seres reconocen lo increíble y maravillosos que somos, nos transmiten su orgullo y asombro y nos alientan a reconocer esto en nosotros mismos. Ese aliento es un instante de conexión profunda donde un ser reconoce lo increíble de otro ser y al ver ese reconocimiento es capaz de ver, en el reflejo del otro, su verdadera esencia de amor.
Ese momento de conexión, nos da fortaleza y voluntad para lograr propósitos y metas, sabiendo que somos capaces y que tenemos el apoyo del amor a nuestro alrededor en todo momento, que siempre hay esperanza y un genuino deseo de que vivamos nuestros sueños. Así desarrollamos habilidades y capacidades extraordinarias que nos permiten hacer posible lo imposible.
Puede ser una mirada de un padre que le transmite a su hijo que puede caminar y cuando da su primer paso por si sólo, celebra la belleza de ese momento. Puede ser la palabra de un amigo cuando te dice, “yo sé que lo lograrás, simplemente porque eres tú” y al escucharlo, todo es factible. Puede ser la mano que nos ofrece un extraño, cuando parece que tropezaremos y ese gesto nos permite la firmeza y confianza para no caer. Puede ser un lindo atardecer, que con sus colores pinta el cielo y nos llena de reverencia y sabemos que vivir vale la pena, porque el amor todo lo puede.
Es esa conexión con lo que nos rodea que nos permite vivir e imaginar cualquier cosa; esa mirada, palabra, imagen o acción nos ayuda a reconocer nuestra fuerza y voluntad para tomar acción y lograr un propósito. Así, entendemos que no estamos solos y que siempre podemos encontrar el apoyo que necesitamos.
Muchas veces estamos rodeados de presiones, de estrés y tendemos a ser muy exigentes con nosotros mismos, podemos incluso ser nuestro peor juez, así es que cuando alguien externo reconoce nuestro esfuerzo y nos alienta a seguir, puede ser un bálsamo que nos cura el dolor, la incertidumbre, el estrés o el sentirnos inadecuados o insuficientes. Por un breve momento tomamos fuerza de los demás para conectarnos con nuestra fuerza infinita que viene de la energía de la creación, del amor del que estamos hechos y al que todos pertenecemos.
Mantén una actitud alentadora hacia todas las personas con las que interactúes
Recuerda que una sonrisa puede aliviar la preocupación de alguien, una mirada de entendimiento puede darle valor a los demás de seguir adelante, una palabra amable puede generar que el corazón de alguien brille con alegría. El aliento que le brindes a cualquier persona en cualquier momento, puede realmente hacer una gran diferencia.
Mantén una actitud alentadora eliminando crítica, juicio, envidia y competencia de tu vida cotidiana. Abre tu mente y corazón a los demás al darles su lugar, considerarlos, respetarlos, pero sobretodo al darles aliento con pequeños detalles como un pensamiento de que lo están haciendo bien, una palabra de entendimiento o consideración, una acción desinteresada o de apoyo.
Alentar a los demás puede ser mediante cosas muy sencillas e incluso básicas de comportamientos amables o que han formado parte de la educación social de nuestras comunidades como el simple hecho de decir “buenos días”, “gracias”, “que tengas una buena tarde”, “que todo salga bien”, “buena suerte”. Reconocer a las personas que te rodean, hacerles ver que los ves, que valoras su existencia puede ser un acto sencillo de aliento.
Es indispensable que escuches y/o percibas lo que nos demás necesitan. Al alentar a otros, no se trata de mi, ni de cómo yo lo haría, sino de lo que los demás necesitan y hacer el esfuerzo de hacerlo de la forma en que lo necesitan. Cuando pones tu enfoque en otros y logras hacer lo que ellos necesitan de ti, también abres tu corazón a la diversidad y a lo ilimitado del universo; puedes aprender y crecer mucho tú también. Cuando mi intención es ayudar a los demás debo poder abrir mi corazón y mi mente para realmente hacer un impacto importante y positivo conforme lo que ellos necesitan.
- Observa tu entorno y permítete conectar con las personas a tu alrededor al darte un momento y percibir su energía. Simplemente imagina que puedes observarlos a través de la bondad y percibe si se encuentran cansados, tristes, preocupados o si están en un buen espacio, alegres y satisfechos. Al considerar cómo se encuentran los demás, podrás actuar con mayor empatía y elegir alentarlos de la mejor manera.
- Alentar a los demás no tiene que ser algo complicado o que requiera mucho esfuerzo; simplemente mantén una energía alentadora ya sea con tu mirada, tus palabras o pequeñas acciones. Tal vez si alguien se ve cansado, cédele tu lugar en el autobús o la fila del supermercado. Un pensamiento amoroso puede ser todo lo que otra persona necesite.
- Cuando interactúes con otras personas y observes que pueden estar pasando un momento complicado, elige utilizar palabras amables y actuar con bondad. Ponte en su lugar y trátalos como se merecen.
- Recuerda que no todo se trata de ti. Algunas veces es importante alentar, apoyar y poner primero a los demás.
- No tienes que poner siempre primero a los demás o quitarle importancia a tus necesidades y deseos, sólo tienes que considerar cuál es la mejor manera de actuar en un momento dado, con equilibrio, sin tener que elegir entre tú o los demás.
- Algunas veces las circunstancias particulares de los demás son demasiado ajenas o diferentes a las nuestras, nunca juzgues lo que no has vivido, porque puede ser mucho más complejo de lo que te imaginas. Mejor trata de encontrar la manera de ser comprensivo, apoyar y elegir crear un mejor ambiente para el éxito de todos.
Lo opuesto a alentar...
Criticar, sabotear, juzgar, ser indiferente a los demás es lo opuesto a alentar.
Muchas veces caemos en la envidia o los celos al ver que otras personas tienen o son como a nosotros nos gustaría ser. Lo importante es amarnos a nosotros mismos, apreciar y valorar todas y cada una de las experiencias que hemos vivido, de donde venimos, nuestra familia, comunidad y que todo esto es importante y nos hace ser únicos y especiales. Si logramos amarnos de verdad, conocernos y aceptarnos, entonces no sentiremos envidia ni celos; puede ser que nos inspiremos en los demás pero sin querer tener o codiciar lo que tienen o ser lo que son. Al eliminar la envidia y los celos, eliminamos nuestra necesidad de criticar o de hacer menos a los demás. Puedo desearles lo mejor y empezar a alentarlos en vez de desvalorizarlos. El éxito que se comparte, se multiplica, como el amor. Si prendes una vela con la luz de otra vela, la primera no se apaga, ni se extingue, se comparte y la luz se multiplica. Así funciona alentar a los demás. Mientras más prospera uno, más prosperan los demás.
Cuando consiente o inconscientemente evitamos que los demás tengan éxito o bloqueamos lo que desean, creamos un ambiente de competencia, resentimiento, que puede ser inseguro y hasta peligroso. También puede nacer de alguna envidia, pero sobretodo, viene de nuestras propias limitaciones y falta de voluntad. Cuando deseas mal a otros, eliges hacer las cosas de forma indebida o siempre quieres que todo sea a tu favor, sin considerar a los demás, saboteas el éxito de los demás y también el tuyo.
Una crítica puede tener el gran poder de derrumbarnos, sobretodo si viene de alguien en quien confiamos, amamos o admiramos. Por eso alentar a los demás no requiere de mucho esfuerzo, pero puede dar muchos beneficios.
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